“Vuelvo a mis orígenes. Nene es el apelativo cariñoso con el que Juana, mi madre, llamaba a Domingo, mi padre y el punto de partida de esta colección intimista en homenaje a él”, explica Domingo Rodríguez Lázaro, director creativo de DOMINNICO.
Los monos de trabajo, el mundo del motor, el camión y sus carrocerías y, en contrapunto, la naturaleza son las dos inspiraciones con las que el diseñador aborda esta nueva propuesta realizada bajo las premisas del upcycling y la confección artesanal.
La obra del ilustrador japonés Hajime Sorayama ayudan a explorar la simbiosis entre la robótica y el erotismo del cuerpo humano, creando nuevas estructuras en las que conviven la mecánica y la anatomía, sirviéndose de los volúmenes -creados con tafetanes y pelo de origen vegano-, para conseguir esa parte más orgánica y natural. También las texturas de tejidos más utilitarios, como la felpa, el renylon o el denim, acercan Nenne al costumbrismo y a las piezas laborales reversionadas.
La celebración a la vida, la tradición y la familia que ha dado lugar a eventos como bodas, bautizos y primeras comuniones y en cómo las maravillosas `modistas de pueblo´ eran capaces de hacer realidad diseños de revista propios del New Look de Dior, Balenciaga o más extravagantes `a lo Galiano´, retratan una época que ahora está pensada para la generación Y2k, en la que diversas tendencias del mundo nupcial se diluyen para recrear el nuevo glamour.
El día a día en el taller, las piezas de los camiones y los coches y la ropa desgastada sirven ahora para crear en pasarela estilismos con carácter athleisure que recuerdan a aquella mezcla imposible de mocasín con chándal retro y camiseta de tirantes. El colorido de la colección, con el plata como protagonista, fluye entre el blanco, el rosa, el verde ácido, el azul Klein y en negro.