Imane Ayissi rindió homenaje a los guardarropas ancestrales, y a la forma femenina, con una celebración de drapeados y capas inspirada en la tela envuelta que se usa en muchas partes de África, explorando “el vínculo entre el cuerpo y la tela”, dijo.
La diseñadora nacida en Camerún a menudo yuxtapone telas de vestir tradicionales como el satén y el tafetán con artesanías ancestrales de toda África. Aquí, unió a los dos como un todo coherente.
En negro o vivos tonos joya, envolvió capas de satén y tafetán alrededor de sus modelos. Pantalones anchos y faldas lápiz fueron el telón de fondo para las siluetas en capas tono sobre tono. Las tiras anchas de tela formaban dramáticos corpiños desplazados con detalles de cola y lazo, acentuando los hombros descubiertos, mientras que el drapeado proporcionaba voluminosos peplums y polisones, resaltando la cintura o las caderas. Este fue el telón de fondo en el que ambientó su celebración de la artesanía africana.
Incorporó la tela Kente en una llamativa combinación de falda lápiz y chaqueta corta sin cuello con mangas de kimono, o como la mitad inferior de un vestido halter.
Las tiras teñidas en bruto, parecidas a vendajes, del tejido tradicional -su anchura está determinada por los telares manuales en los que se fabrican- se transformaron en vestidos simplistas y poéticos que habían sido cosidos directamente sobre modelos en vivo, sus corpiños gráficos revelando la piel debajo, sus faldas como flecos gigantes en movimiento en la pasarela.
La rafia, otra de las firmas de Ayissi, estuvo menos presente y tuvo más impacto. Formaba una capa y una falda en un número fucsia vivo, o paquetes gráficos en forma de lazo empalmados en la parte delantera de un minivestido escarlata. En otros lugares, adornaba sus corpiños con círculos de tela centrados por botones, una firma con la que comenzó a jugar hace un par de temporadas, o con flores de apliques en 3D hechas con corteza de árbol.
