Inspirándose en la artista surrealista Leonora Carrington, Hearst creó una colección que exudaba riqueza y textura, que recordaba a la estética caprichosa de Carrington. La influencia de las obras icónicas de Carrington, incluido el retrato de su amante Max Ernst, impregnó la colección, infundiéndole una sensación de fantasía y encanto.
Para la alineación femenina, Hearst mostró una impresionante variedad de abrigos mixtos de piel de oveja y cachemira, “pieles” de lana de cachemira y vestidos de cachemira de lana con cuello en V similares a los de peluche. Cada pieza fue meticulosamente elaborada para evocar una sensación de opulencia y sofisticación, con ricas texturas y suntuosas telas en el centro del escenario.
Un punto culminante de la colección fue la introducción del bolso Carrington, un elegante accesorio en forma de caja disponible en una variedad de tonos exuberantes, incluida la sangre de buey. Esta adición subrayó aún más la atención al detalle y el compromiso de Hearst con la artesanía de lujo.
En una temporada dominada por la ropa de cuero, los diseños de Hearst destacaron por su inigualable calidad y artesanía. Desde abrigos de napa plisados a mano hasta vestidos lenceros de cuero de gamuza flexible, cada pieza fue un testimonio de la dedicación de Hearst a crear piezas que son tan cómodas como elegantes.
Fiel a su estilo característico, Hearst combinó a la perfección diferentes materiales para crear prendas híbridas que eran a la vez innovadoras y elegantes. Desde elegantes abrigos de punto de cachemira negra y borreguito marfil hasta vestidos modernistas de napa metálica dorada y vestidos esculpidos de seda de corte al bies, cada pieza mostró el dominio de la ingeniería orgánica de Hearst.