Imane Ayissi regresó a la Semana de la Alta Costura de París el 7 de julio de 2025, con una colección de alta costura Otoño/Invierno 2025-2026 poética y profundamente meditada titulada “Ikorrok”, que significa “barbecho” en ewondo, un idioma que se habla en el Camerún natal del diseñador. Esta temporada, Ayissi exploró el tema de la renovación de la naturaleza y el poder cíclico a través de una vitrina vibrante y táctil que fusionó a la perfección la herencia africana, la artesanía y la alta costura contemporánea.
La colección fue una oda visual a la transformación orgánica y la sostenibilidad. Utilizando una variedad de materiales biodegradables, incluidos algodones teñidos a mano, sedas, fieltro de lana y su característica rafia, Ayissi propuso un lujo que es profundamente respetuoso con la tierra. Estos materiales servían no solo como textiles, sino como herramientas narrativas, simbolizando la capacidad de la naturaleza para regenerarse incluso después de períodos de descanso y quietud.
En cuanto a la silueta, Ayissi mantuvo una mano afilada y entallada. Las formas clásicas se reinterpretaron con drapeados audaces, cortes precisos y tratamientos superficiales dinámicos. Un look destacado fue una chaqueta de fieltro de lana con bordes crudos en fucsia vivo, cuya estructura se suavizó con el delicado aplique floral de porcelana elaborado por la escultora francesa Aline Putot-Toupry. Este juego de crudeza y refinamiento se extendió a lo largo de toda la colección, subrayando el continuo interés de Ayissi en elevar materiales tradicionalmente “humildes” a objetos de gracia y prestigio.
El movimiento era otro elemento esencial. Rayas verticales de cuentas en paletas multicolores recorrían la longitud de los vestidos, evocando el parpadeo de los enjambres de insectos o el brillo del rocío. Un look particularmente llamativo, un mono tie-dye ceñido a la cintura, se realzó con intrincados abalorios de flecos, que recordaban a las telarañas temblorosas al amanecer. En otros lugares, los botones brillantes en forma de bicho agregaron un encanto inesperado a las piezas de sastrería, reforzando la narrativa de la naturaleza tejida en cada hilo.
Imane Ayissi regresó a la Semana de la Alta Costura de París el 7 de julio de 2025, con una colección de alta costura Otoño/Invierno 2025-2026 poética y profundamente meditada titulada “Ikorrok”, que significa “barbecho” en ewondo, un idioma que se habla en el Camerún natal del diseñador. Esta temporada, Ayissi exploró el tema de la renovación de la naturaleza y el poder cíclico a través de una vitrina vibrante y táctil que fusionó a la perfección la herencia africana, la artesanía y la alta costura contemporánea.
La colección fue una oda visual a la transformación orgánica y la sostenibilidad. Utilizando una variedad de materiales biodegradables, incluidos algodones teñidos a mano, sedas, fieltro de lana y su característica rafia, Ayissi propuso un lujo que es profundamente respetuoso con la tierra. Estos materiales servían no solo como textiles, sino como herramientas narrativas, simbolizando la capacidad de la naturaleza para regenerarse incluso después de períodos de descanso y quietud.
En cuanto a la silueta, Ayissi mantuvo una mano afilada y entallada. Las formas clásicas se reinterpretaron con drapeados audaces, cortes precisos y tratamientos superficiales dinámicos. Un look destacado fue una chaqueta de fieltro de lana con bordes crudos en fucsia vivo, cuya estructura se suavizó con el delicado aplique floral de porcelana elaborado por la escultora francesa Aline Putot-Toupry. Este juego de crudeza y refinamiento se extendió a lo largo de toda la colección, subrayando el continuo interés de Ayissi en elevar materiales tradicionalmente “humildes” a objetos de gracia y prestigio.
El movimiento era otro elemento esencial. Rayas verticales de cuentas en paletas multicolores recorrían la longitud de los vestidos, evocando el parpadeo de los enjambres de insectos o el brillo del rocío. Un look particularmente llamativo, un mono tie-dye ceñido a la cintura, se realzó con intrincados abalorios de flecos, que recordaban a las telarañas temblorosas al amanecer. En otros lugares, los botones brillantes en forma de bicho agregaron un encanto inesperado a las piezas de sastrería, reforzando la narrativa de la naturaleza tejida en cada hilo.