El 14 de julio de 2025, Roma se convirtió en el majestuoso escenario del último capítulo de Dolce & Gabbana en su Gran Tour Alta Moda, un proyecto que, en los últimos doce años, ha redefinido la alta costura a través de una lente profundamente italiana. Después de encantar ciudades como Taormina, Venecia y Florencia, la casa de moda llegó a la Ciudad Eterna con una colección que abrazaba con reverencia sus capas históricas, desde la antigua grandeza imperial hasta el glamour cinematográfico del siglo XX.
Esta instalación romana, parte de un evento de tres días, no fue simplemente un desfile de moda, sino una celebración cultural multifacética. Siguió al reciente éxito de la exposición “Dal Cuore alle Mani” en el Palazzo delle Esposizioni, un viaje inmersivo a la artesanía y la creatividad de Dolce & Gabbana que ha cautivado al público en Milán, París y ahora Roma, antes de dirigirse a los Estados Unidos y Asia.
Originalmente programada para abrir con una presentación de Alta Gioielleria en la evocadora Villa Adriana en Tivoli, la primera noche fue lamentablemente cancelada debido a condiciones climáticas imprevistas. Sin embargo, la exhibición de Alta Moda en el Foro Itálico y Alta Sartoria en el Castel Sant’Angelo lo compensaron con creces, ofreciendo un espectáculo rico en simbolismo y diálogo cultural.
En el corazón de la colección Alta Moda 2025 había un doble homenaje: al Imperio Romano y a la época dorada del cine italiano, en particular a la época de “Hollywood en el Tíber”. Estas dos épocas, aunque separadas por siglos, están profundamente entrelazadas en la identidad de Roma, ya que ambas representan épocas en las que el mito no solo se contaba, sino que se vivía. Los diseñadores canalizaron esta continuidad entre los dioses y las estrellas de cine, la arquitectura y el encanto, fusionando la estética clásica y contemporánea en una narrativa sin fisuras
La pasarela se convirtió en una procesión de prendas escultóricas que evocaban el patrimonio monumental de la ciudad. Los vestidos drapeados con precisión arquitectónica recordaban a las túnicas antiguas, sus líneas inspiradas en togas y estatuarias. La corsetería imitaba la armadura dorada, que recordaba a deidades como Minerva y Juno, elaborada en materiales que imitaban el mármol y el bronce, pero que se movían con una elegancia fluida. Los adornos hacían referencia a columnas, ruinas y motivos de templos, creando prendas que eran a la vez ponibles y míticas.
Sin embargo, no se trataba de un ejercicio de nostalgia. A medida que el programa transicionó, el lenguaje de la moda cambió a las siluetas de mediados del siglo XX, evocando a los íconos cinematográficos que hicieron de Roma una capital cultural global. Los ecos de Fellini, La Dolce Vita y las figuras legendarias de Anita Ekberg, Elizabeth Taylor y Audrey Hepburn se canalizaron a través de corpiños ceñidos a las curvas, faldas voluminosas y sastrería elegante. Estos diseños rindieron homenaje a una época en la que el glamour se convirtió en mitología moderna, haciéndose eco del eterno encanto de lo divino femenino.
El desfile de Dolce & Gabbana en Roma se desarrolló menos como un evento de moda tradicional y más como un cuadro cultural, un intrincado tapiz de épocas y emociones, donde las prendas se convirtieron en recipientes de la memoria y la imaginación. Cada look era un portal: desde los ecos marmóreos de los templos antiguos hasta el brillo dorado de la pantalla grande, la colección invitaba a los espectadores a una visión multidimensional de Roma que trascendía el tiempo. En lugar de tratar la ciudad como un telón de fondo escénico, los diseñadores la utilizaron como una musa viviente: compleja, dramática e infinitamente generadora. Con Alta Moda 2025, no solo presentaron alta costura; Orquestaron un diálogo entre épocas, íconos e ideales. El resultado no fue solo un homenaje a la historia, sino una nueva capa en la propia leyenda en evolución de Roma, una cosida en oro, sombra y luz cinematográfica.
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